lunes, 20 de abril de 2009

7º Seminario sobre los Antecedentes y Orígenes del Cine



Los investigadores no son buenos comunicadores. Los aficionados al cinematógrafo tampoco son buenos espectadores. Unos están acostumbrados a la soledad de la biblioteca, a la exactitud y las disgresiones por pequeños detalles. Otros quieren el dinamismo, la anécdota, a Hitchcock en vez de a Robertson, a Buñuel en detrimento de Alberto Marro. Este Seminario es veto abierto para el primer grupo. Los segundos abstenerse. Son jornadas en exclusiva por y para especialistas. En este caso, para los académicos en fantasmagoría.
Desde esta óptica se tiene que juzgar el Seminario. La afluencia, los tiempos reservados para debatir, las disputas son diferentes a otras jornadas más profanas. Donde 40 personas son un fracaso, aquí son un éxito. Donde media hora para las preguntas siempre sobra, aquí solo son un comienzo que nunca es demasiado. Donde hay intervenciones mal educadas aquí...aquí no cambian, siguen siéndolo...

Lo mejor es la oportunidad que tienen varios jóvenes investigadores para presentar sus propuestas a reputados teóricos. Pocas veces, un foro da la mismas oportunidades para todo el espectro académico. Aquí sucede y hay que mantenerlo. ¿Lo peor? El choque a veces frontal entre novatos y expertos. Jóvenes airados contra machos dominantes celosos de su estatus es un cócktel explosivo que a veces echa humo.

Los fantasmas pueden sentirse orgullosos, pues después de este Seminario se hace evidente que a pesar de algunas aburridas teorías e ideas demasiado puntillosas su legado seguirá vivo o, mejor dicho: no muerto.

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