lunes, 27 de abril de 2009

La crisis del cine español

La verdadera crisis que sufre el cine español no es de espectadores sino de prestigio

El cinematógrafo se encuentra sumido en una crisis mundial. La pérdida de cuota de pantalla no está delimitada a un país o un sector sino que cubre todos los ámbitos industriales (producción, distribución e exhibición) y a todos los países. La película no está de moda. La película pierde público. No hay un perspectiva diferente, los datos son los datos, el nivel de películas producidas ha bajado más del 30% en EE.UU, el número de butacas también; los ingresos caen año a año y ni siquiera la televisión ha quedado como reducto cinéfilo, el cine no vende y es menos rentable que un concurso o una teleserie. 

En España esta tendencia queda difuminada tras los malos resultados del cine español. Una situación lógica provocada por las características de mercado, por la presión americana, por los patrones de exhibición, por el auge de los cines megaplex que acompañó al boom inmobiliario, por el reparto de las subvenciones y el lastre de un doblaje enquistado que ya, en esta situación de retirada, es imposible de eliminar so pena de la hecatombe del sector.

Los datos del cine español empeoran porque sufre como las demás la crisis mundial de la película tradicional.  Una crisis industrial que no significa una crisis del medio cinematográfico. Lo que verdaderamente está en pelígro es el producto hegemónico, narrativo e institucionalizado a través de la transparencia fílmica. Al cine-arte, al cine poético, al cine experimental, al cine documental, al cine publicitario, en resumen, a todos los cines ajenos a la estructura que se está viniendo abajo con el nuevo ocio electrónico (Internet, videojuegos, P2P…) no les afecta esta crisis. Es más, les beneficia y  potencia porque derriba el uso dominate que las marginaba.

La verdadera crisis del cine español es, por tanto, de prestigio. La industria auctóctona no es la responsable de los cambios sociales que alejan al público de las salas. Debe recuperar a su público natural, colonizado por la producción extranjera. Hay que contextualizar el cinema nacional, compararlo cualitativa y cuantitativamente dentro de los parámetros de una producción clásica. Se verá que las buenas películas a partir de este canon pueden competir con cualquier país. Para ello, tenemos que dejar rémoras posfranquistas, landismos, marisoles y juanas la locas y no repetir los mismo prejuicios sobre subvenciones, política y críticas a priori. Después ir a la sala de cine y redescubrir el cine español. Seguro que habrá muchas sorpresas.

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