lunes, 25 de mayo de 2009

ENTREVISTA A JACOBO, GUIONISTA DE CUENTÁME



Jacobo es uno de los guionistas de la serie española "Cuéntame cómo pasó". Este chico de 30 años, procedente de Valladolid empezó como becario en el departamento de guiones, y ahora es uno de los guionista de la éxitosa serie que lleva 10 temporadas de éxito.


¿Cuál es el secreto para escribir tanto y no perder la inspiración?

Secretos hay dos, al menos para mí. En primer lugar, trabajo. Trabajo por encima de todo. No recuerdo quién dijo que la inspiración es el trabajo, pero suscribo la frase. Cuando te visitan las musas de la inspiración, si no te pillan sentado delante del ordenador, estás perdido. Es más, yo diría que sólo te visitan si te ven sentado delante del ordenador. Las brillantes ideas que todos tenemos en la ducha, o antes de dormir o paseando por la calle con nuestro perro, se quedan en nada si no las trabajas.
Y en segundo lugar, y menos importante, está la calma. Por seguir con las frases hechas te diría que las prisas, y mira que es difícil sostener esto trabajando en televisión, son malas consejeras. Cuando hablo de calma lo hago en un sentido amplio. Me refiero a la calma necesaria para poder pensar con claridad y distanciarte en ocasiones de la frenética dinámica de trabajo para así juzgar tu trabajo con cierta perspectiva. Calma también, para madurar el guión y elegir entre la mejor de las posibilidades que se te van presentando a la hora de escribir. Calma para desarrollar seguridad en ti mismo y en tu trabajo, aunque sepas que todo lo que haces es mejorable. Y calma, en fin, para comprender que esto es un trabajo en equipo y aceptar sugerencias de compañeros e imposiciones de los de arriba sin lanzarte a morder la yugular de nadie.

Si alguna de sus obras se llevara al cine ¿cuál sería la que más ilusión te haría? ¿Por quién te gustaría verla dirigida o interpretada?

Nunca he escrito un guión para cine. Si lo hiciera preferiría empezar de cero y no adaptar nada de lo que he hecho hasta ahora.
Para los guionistas, el director ideal es el que comprende y respeta el sentido de un guión, aún incluyendo modificaciones de su cosecha. Si conoces uno, me lo presentas. No, en serio, directores buenos hay muchos. Al menos unos cuantos.
Con respecto a los intérpretes, ¿qué quieres que te diga? Al final ellos son los que dan vida a las historias y a los personajes. Es emocionante ver interpretada una escena que tú has escrito y que de pronto cobra una dimensión que ni se te había pasado por la cabeza. Y con los actores pasa como con los directores. Hay muchos buenos. Y también alguno malo. A esos mejor no me los presentas.


Algunos escritores y guionistas escriben sus textos pensando en una actriz o actor determinado. Cuando escribe un guión ¿imagina a una persona en particular haciendo ese papel?

Los guionistas de series de televisión partimos con una ventaja. Tenemos a todos los personajes en la cabeza, incluso antes de pensar en el argumento del capítulo que vamos a escribir. Y eso es de mucha ayuda. En el caso de “Cuéntame”, después de 180 capítulos, uno se conoce al dedillo a todos los personajes que conforman la serie. Sabes cómo hablan, sabes cómo piensan, sabes cómo reaccionan. Lo sabes porque desde tu trabajo como guionista has ayudado a definir esos personajes, pero también porque los diferentes actores han construido a su manera sus respectivos personajes. Y tú, como el resto de la audiencia, ya los has visto, ya los conoces.

No sucede lo mismo cuando estás creando un proyecto nuevo de serie o una película. En este caso los personajes sólo están en tu cabeza y, respondiendo a tu pregunta, yo sí pienso en determinadas personas. Más que en actores, piensas en personas de carne y hueso que has conocido y que encajan en el personaje que estás creando. O también en personajes de películas, novelas u obras de teatro que te han interesado.


¿Tiene pensado ampliar aún más sus horizontes y pasarse, por ejemplo, a escribir un guión de cine o una obra de teatro? (si aun no lo ha hecho)

Por qué no. Aunque el teatro me da mucho respeto. Cuando veo una mala película o una mala serie de televisión, la olvido al instante. Sin embargo, no sabría explicarte por qué, pero cuando veo una mala obra de teatro, sobre todo cuando está mal escrita, no tanto mal montada, me pongo de mal humor. La obra me persigue, me quita el sueño. Y conozco otros casos iguales al mío. Por eso, porque no quiero ser responsable del insomnio ajeno, tendría que estar muy seguro de un proyecto para seguir adelante. Y aún así no las tendría todas conmigo.

Con respecto al cine tengo una opinión diferente. No creo que escribir un guión de cine signifique necesariamente ampliar mis horizontes. Al contrario que algunos de mis compañeros, no pienso que la tele sea la hermana pequeña del cine, ni mucho menos un campo de entrenamiento para lanzarse luego a la gran pantalla. Sólo hay mirar de reojo las parrillas de las televisiones norteamericanas y, por qué no, también las españolas, para darse cuenta de que la ficción televisiva está viviendo un momento magnífico, por momentos brillante. Series con Mad Men, Rome, In Treatment, Lost, Damages, 30 Rock… son una muestra de que en televisión se pueden alcanzar grandes niveles de calidad y de éxito de público. Son series con un guión impecable, que desarrollan historias y personajes de un modo que el cine no lo puede hacer. ¿Te imaginas una película que en 90 ó 120 minutos desarrolle una historia y unos personajes como lo hace Lost a lo largo de sus seis temporadas? Yo no. Ni creo que nadie pueda.

Además, casi todas esas series ofrecen apuestas arriesgadas. Hace años, a los creadores de In Treatment les habrían encerrado en un manicomio por pretender hacer una serie diaria sobre un psicólogo que cada día de la semana atiende a un paciente diferente. Y hoy están triunfando en todo el mundo dejándonos con la boca abierta con cada capítulo a millones de espectadores. Por el contrario, las apuestas arriesgadas en cine hace tiempo que se convirtieron en una rareza. Una de las últimas películas que me ha parecido verdaderamente arriesgada es Wall-E. Desconozco cómo se gestó la película pero me puedo imaginar al productor de turno en una reunión con los creadores diciéndoles: “¿pero de verdad queréis contar una historia de amor entre dos robot que ni siquiera hablan? ¿Estáis hablando en serio?”


¿Qué elementos principales debe de tener un guión para poder convencer al productor o a la futura audiencia?

Son dos cosas diferentes. Para convencer a un productor a veces el guión es lo de menos. A un productor tienes que convencerle en persona de que tu historia no ha sido jamás contada, que nadie mejor que tú puede contarla y, por supuesto, que si él la produjera se convertiría en un gran éxito. Por supuesto sabiendo que todo eso es mentira, menos lo del éxito, que eso más que mentira es algo así como que te toque la lotería. O mejor dicho, que le toque a él. Vamos, que además de escribir bien, suponiendo que lo hagas, tienes que ser un buen vendedor de ti mismo.

Para convencer a la audiencia generalmente necesitas un buen guión. Y digo generalmente porque todos conocemos productos infumables que sin embargo gozan de gran aceptación popular, posiblemente por elementos que escapan del control del guionista: un actriz cimbreante de busto generoso, un actor de moda con cuerpo escultural, la ausencia de competencia en otras cadenas, y no sé cuántas cosas más. ¿Quién conoce el secreto del éxito? Nadie. Como guionista sólo puedes aspirar a realizar bien tu trabajo, que no es poco ni fácil. Ya sabes: una buena historia bien estructurada, unos buenos personajes, etc.


¿Es necesario saber cómo va a concluir?

No. Lo que es necesario saber es qué quieres contar. Es decir, ¿es una comedia?, ¿es un drama?, ¿cuál es el conflicto del protagonista? Una vez que sepas eso y te pongas a trabajar, la historia cobra vida y puede terminar de maneras inesperadas a priori.


Si los guiones los realizan varios guionistas ¿Cómo es el sistema de trabajo? ¿Se encarga un guionista de un personaje, de una trama?

Cada serie y cada equipo tienen su manera de trabajar. En el caso concreto de Cuéntame, todos los guionistas nos reunimos para trabajar el arco de continuidad de la serie, esto es, qué les va a pasar a los personajes a lo largo de la temporada. Luego, cuando ya tenemos el argumento, los guiones son asignados a los diferentes guionistas por Eduardo Ladrón de Guevara y Alberto Macías, los coordinadores de guión de la serie. Generalmente cada guión lo escribe un solo guionista. Con el guión asignado, cada guionista realiza la escaleta, o lo que es lo mismo, el guión desarrollado por escenas pero sin dialogar. Cuando los coordinadores dan el visto bueno a esa escaleta, el guionista se lanza a dialogar. Finalmente, el guión puede ser reescrito por el propio guionista o por los coordinadores.


¿Qué diferencias existen entre un guión de cine y uno de una teleserie?

Podemos hablar de muchas diferencias, pero básicamente hay dos. En primer lugar, la continuidad. En un guión de cine tienes que presentar unos personajes y una historia, desarrollarlos y darles un final. En los capítulos de series de televisión empiezas presentando tramas o situaciones, pero no a los personajes porque la audiencia ya los conoce.

La otra diferencia es el tiempo que puedes dedicarle a la escritura del guión. En televisión estás sometido a una maquinaria de producción en continuo funcionamiento que te impone plazos de entrega muy apurados. En cine, normalmente, tienes más tiempo para escribir el guión.


¿Ha escrito comedia y dramas? ¿Qué le resulta más complicado?

Sin duda la comedia.


¿Cuál es el trabajo del que está más orgulloso?

Te estaría mintiendo si te dijera que todo lo que he hecho me gusta por igual. Evidentemente, hay proyectos y guiones de los que te sientes más orgullosos que de otros. Sin embargo, prefiero pensar que lo mejor está por llegar.


¿Por qué guionista y no escritor de novelas? ¿Ha pensado alguna vez escribir un libro?

Desde luego que lo he pensado. Pero entre el novelista y el guionista hay un mundo. Para empezar, el guión no es más que un documento de trabajo para crear la obra final, la película. No ocurre lo mismo con la novela, que es una obra en sí misma. El guionista piensa fundamentalmente en imágenes. El novelista crea un universo completo a base de imágenes, olores, sensaciones, pensamientos…
En la historia del cine hay sonados fracasos de novelistas que se estrellaron escribiendo guiones para películas. Pero me temo que hay más guionistas que han fracasado al pasarse a la novela. Lo que sucede es que a los guionistas no nos conoce nadie y nuestros fracasos literarios pasan más desapercibidos.


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